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martes, 15 de febrero de 2011

Los "semáforos" de Monseñor




Federico Hernández Aguilar*
Martes, 30 de Marzo de 2010
No me gusta la "versión" de Monseñor Óscar Arnulfo Romero que pretende ofrecerle al mundo el Padre Jon Sobrino. Tampoco me adhiero a la reseña que sobre nuestro obispo asesinado escribió, para una reciente celebración litúrgica en nuestra Catedral de San Salvador, el cura brasileño Pedro Casaldáliga. Y no extraña, claro, que fuera precisamente el jesuita español quien leyera, para tal ocasión, las panfletarias líneas del teólogo sudamericano, famoso también por sus encendidas reyertas contra el Vaticano.
Con motivo del trigésimo aniversario del magnicidio, Casaldáliga le dijo a la feligresía salvadoreña, usando los labios de Sobrino, que "siempre y en todas las circunstancias la memoria del martirio es una memoria subversiva". Para luego agregar: "San Romero nos enseña que vivamos una espiritualidad integral, una santidad tan mística como política… Él nos espera en la lucha diaria contra esa especie de «mara» monstruosa que es el capitalismo neoliberal…".
Convirtiéndolo en anacrónico defensor de la Teología de la Liberación de raíz marxista, Casaldáliga se vale hoy de aquella exhortación de Monseñor contra el "ateísmo capitalista" —el que termina sustituyendo a Dios, en el corazón humano, por los bienes materiales— para acto seguido promover, entre las "causas mayores" de nuestro tiempo, "la igualdad de la mujer en los ministerios eclesiales". En otras palabras, seguir de verdad a «San Romero» implica, según lo entienden Casaldáliga y Sobrino, no sólo adscribirse a una lucha política determinada (con un adversario ideológico bien definido), sino denunciar aquellas posturas de la Iglesia que no cuadran a nuestros variopintos pareceres.
Descreo sin tapujos de ese Monseñor Romero que los teólogos de la liberación pretenden embarrar de epistemología marxista y hermenéutica hegeliana, prefigurándolo como el seguidor natural de un Cristo "historizado" que tal vez no se sabía a sí mismo "Hijo eterno del Padre". No se me hace muy cristiano usar la palabra de un sacerdote de Dios para arremeter contra la Iglesia que amaba tanto.
Fue Monseñor Ricardo Urioste, a mi juicio, quien mostró en Catedral una mayor identificación con la misión pastoral de nuestro Arzobispo asesinado. Fue él quien «aclaró» que Óscar Arnulfo Romero "se dirigió por la Teología de las Bienaventuranzas de Jesús", es decir, por los mandatos de amor que se encuentran en el Evangelio. Y cuando la sola mención del Alcalde de San Salvador (presente en la Catedral) provocó la rechifla y los insultos de cierta parte de la concurrencia, Monseñor Ricardo Urioste levantó su voz sin temblar: "¿Saben qué les diría Monseñor Romero? Que no han aprendido a ser cristianos todavía, porque debemos respetarnos unos a otros… Eso es lo que el Evangelio nos enseña, eso es lo que Jesús nos enseñó, y eso es lo que Monseñor Romero vivió".
El Padre Sobrino leyó un discurso destinado a arrancar los aplausos "del pueblo". Y lo consiguió, puntualmente. Monseñor Urioste, en cambio, plantó cara a los fanáticos para recriminarles su poca coherencia. Entre uno y otro, me pregunto, ¿a quién podríamos los salvadoreños considerar más autorizado para hablar de Óscar Arnulfo Romero?
Nuestro Obispo asesinado se alzó contra la injusticia y contra los que deseaban ser violentos en su reclamo por la justicia. No fue la suya una voz limitada por las ideas que convierten a Cristo en una bandera o en una excusa. Monseñor fue más grande y más valiente que eso.
Alguna vez le escuché decir al predicador Salvador Gómez que hay cristianos que asumen la peligrosa tarea de erigirse en guardianes del Espíritu Santo, como si fueran una especie de "semáforos" del influjo divino. En efecto, con las luces rojas, amarillas y verdes que les brindan sus privilegiados cerebros, llegan a creerse dignos de señalar dónde "circula" la voz del cielo y dónde se ha "detenido". Son los mismos que tienen la "humildad" de exigirle a un teólogo tan grande como Benedicto XVI que "sea humilde".
Pues bien, Monseñor Romero también cuenta con sus "semáforos". Ellos son los que dictaminan las actitudes y las convicciones que deben tener, políticamente, aquellos que en serio aspiren a convertirse en discípulos de nuestro Obispo mártir.
Pero no se contentan con eso: su "apostolado vial" va más allá. También denuncian, con la boca bien ancha, quiénes de entre nosotros "pueden" ser devotos sinceros de Monseñor Romero y quiénes "deben" evitar toda simpatía con él, so pena de recibir chiflidos, miradas de odio y hasta acusaciones de "complicidad" con su execrable asesinato.
A estos "apologetas" de Monseñor Romero les sigue y aplaude una muchedumbre como la que recientemente insultó a Norman Quijano en Catedral. Son estos "defensores" de nuestro Arzobispo mártir los que le someten, innecesariamente, a la polaridad temporal de las ideologías, volviéndose en la práctica tan verdugos de su mensaje como algunos lo fueron de su existencia.
*Escritor y columnista de El Diario de Hoy.

jueves, 3 de junio de 2010

Romero: ejemplo de coraje civil

columna transversal A estos otros, algunos de izquierda y otros de derecha, se debe que todavía me fascina la política en El Salvador. Así como a uno le fascinan las tareas no concluidas
Paolo Lüers*
Miércoles, 24 de Marzo de 2010

En enero del año 1980 recibí en Berlin, Alemania, la visita de unos salvadoreños que dijeron ser guerrilleros de una cosa que llamaban Ejército Revolucionario del Pueblo. Lo que me contaron era tan grotesco que no les creí la mitad. Me hablaron de sacerdotes asesinados, de sindicalistas torturados, de profesores decapitados. Esta parte me pareció exagerada y dramatizada, pero en el fondo coincidía con lo que uno de izquierdoso se imaginaba que pasaba en este tipo de países salvajes en América Latina. Pero cuando me empezaron a contar de la guerrilla y de las milicias que estaban preparando la insurrección, me sentí defraudado. Otros poetas revolucionarios invocando la ira de las masas.

Los chavos me cayeron súper bien. La pasamos de maravilla en los barrios bohemios de Berlin. Compartimos preferencias en música, cine, literatura, filosofía. Compartimos el menosprecio al autoritarismo de los países comunistas. Nos hicimos amigos, pero no les hice caso. Me pidieron organizar una campaña de solidaridad, y yo les mandé con los grupos católicos enamorados de Ernesto Cardenal. Me retaron como reportero: ¿Por qué no vas a San Salvador y te enseñamos la represión y la revolución? Puedes ser testigo de algo grande.

Algo grande en su imaginación, les dije. Y despaché a San Salvador a un reportero de nuestro periódico que ya estuvo en Managua entrevistando a lindas mujeres comandantes y ministras. "Esté pendiente del 22 de enero", me dijeron en el aeropuerto, cuando nos despedimos. "¡Vamos a hacer temblar la dictadura!"
Una semana después recibí de nuestro corresponsal en Salvador las crónicas y las fotos de la marcha del 22 de enero y su represión. Y la entrevista con un comandante guerrillero, cuya cara ya había visto en Berlin, diciéndome: "Queríamos mandar un mensaje a los incrédulos..."

Me sentí como un idiota. Como un cínico que ya no es capaz de imaginarse otra cosa que fracasos, derrotas y mentiras. Cuando me hablaron mis amigos desde San Salvador, les pregunté: "Y ahora, ¿qué viene? ¿Más marchas? ¿Más muertos?"
"No, más marchas no. Más muertos sí, porque vamos a la guerra. Necesitamos apoyo".
Incrédulo que soy, nuevamente no les creí. Resulta que era cierto lo de las masas. Era cierto lo de la represión. Pero una guerra en un país como El Salvador, esto es un locura... Eso no funciona.

Cuando en marzo supe del asesinato de Romero y vi en televisión las escenas del día del entierro enfrente de Catedral, al fin entendí: Van a la guerra, a pesar de que es una locura. A pesar de que saben que es una locura. Y es más: No les queda otra.
Este día empezamos a organizar la campaña "Armas para El Salvador", que era otra locura en teoría imposible, pero en la práctica un éxito (político y financiero) sin precedentes. En un mes se reunieron más de 3 millones de dólares en una campaña abiertamente para armas. Y este mismo día de la muerte de Romero decidí: Estos locos del ERP tenían razón: Tengo que ir a El Salvador.
No voy a decir que es por Oscar Arnulfo Romero que estoy en El Salvador. No sólo no soy religioso, soy muy crítico del rol de la Iglesia en la política. Detesto que me sermoneen. Además, sospecho del culto a los héroes y aún más del culto a los mártires. Detesto esta parte de la cultura de izquierda.
Vine a El Salvador porque no pude resistir a unos locos que me dijeron: "Nosotros vamos hacer la guerra, aunque no hay condiciones. ¿Por qué no te encargas vos de documentarla, de hacerla visible?"

Me quedé en El Salvador, porque la manera cómo estos locos hicieron la paz me pareció aún más audaz y creativa que la manera excepcional cómo hicieron la guerra.
¿Qué tiene todo esto que ver con Oscar Arnulfo Romero, quien fuera asesinado hace 30 años? Algo tiene que ver, aunque repito, no tengo mucho uso para mártires ni para santos. Sigo amando este país por la enorme capacidad de lucha y la igual capacidad de reconciliación de su gente. Este es el legado de Oscar Arnulfo Romero. Este y una cosa que en alemán llamamos "Zivilcourage": coraje civil. El valor del individuo de actuar obedeciendo a sus valores cívicos; el coraje del ciudadano frente al Estado y la sociedad.

Mientras que algunos, invocando el nombre de San Romero, el mártir, quieren revitalizar las divisiones ideológicas, la mayoría, asumiendo el legado de Romero, el ciudadano con coraje civil, trabajan con ex-correligionarios y ex-enemigos en construir un proyecto común de país y de domocracia.
A estos otros, algunos de izquierda y otros de derecha, se debe que todavía me fascina la política en El Salvador. Así como a uno le fascinan las tareas no concluidas, los retos. Por eso, no solamente no pude dejar El Salvador, sino que tampoco pude dejar la política.
*Periodista de origen alemán y editor de Siguiente Página.

Funes pide perdón a la familia y a la Iglesia

El pintor Rafael Varela explica al presidente Funes, su esposa e invitados, el mural que pintó en honor de monseñor Romero en el Aeropuerto Internacional. FOTO EDH / Leonardo González
Mirella Cáceres
Miércoles, 24 de Marzo de 2010


"En nombre del Estado salvadoreño, como Presidente de la República, reconozco que el entonces Arzobispo de El Salvador, Óscar Arnulfo Romero Galdámez, el 24 de marzo de 1980, fue víctima de la violencia ilegal que perpetró un escuadrón de la muerte", declaró ayer el presidente Mauricio Funes antes de develar un mural alegórico al religioso asesinado, en el Aeropuerto Internacional, en Comalapa.
El mandatario justificó su petición en que el Estado toleró la existencia de esos grupos armados y no promovió que se investigara el hecho. "Hasta el momento el asesinato ha quedado impune, pues por eso es que he pedido perdón", enfatizó.
En primer lugar, la petición la dirigió a la familia de Romero y le declaró su "respaldo incondicional en su lucha por el esclarecimiento de la verdad".

Pero la petición también se extendió al pueblo salvadoreño, del que, dijo, es "su heredero, custodio de su prédica y sus enseñanzas", así como a la Iglesia Católica "salvadoreña y universal", que tiene en él "uno de sus más ejemplares pastores".
Por su parte, el hermano de monseñor Romero, Gaspar Romero, dijo: "Acepto con humildad, con mucho honor y mucha gratitud, el pedido de perdón. Es un acontecimiento que no lo esperábamos", añadió.

Monseñor Ricardo Urioste, en nombre de los católicos, agradeció el gesto y recordó a Romero como "el más grande patriota que ha tenido este país".
Funes reiteró lo dicho el 16 de enero en la conmemoración de la firma de la paz, cuando pidió perdón por la participación de agentes estatales, en las "aberrantes violaciones de los derechos humanos durante el conflicto armado". Además de comprometerse nuevamente a colaborar con la justicia nacional e internacional para esclarecer los crímenes.

Pero al preguntarle a Funes si impulsará la derogatoria de la Ley de Amnistía, dijo que ya la Corte Suprema de Justicia declaró inconstitucional su aplicación a violaciones graves a los derechos humanos, a la vez que dijo que esa normativa no impide investigar, por ejemplo, la muerte de Romero. Exhortó a las organizaciones de derechos humanos que dejen de pedirle que promueva la derogatoria.
"Vayan a preguntarle al Fiscal por qué no abre un expediente en ese caso y a los órganos jurisdiccionales... y pregunten a los diputados si piensan derogarlos o no, pero no le carguen únicamente al Ejecutivo una presión inmerecida", se defendió el Presidente.

Conmemoran 30 años del asesinato de Mons. Romero


» En medio de recuerdos, demostraciones de fe, reclamos y devoción, Gobierno y sociedad civil recordaron al líder espiritual
La liturgia organizada por la jerarquía católica fue oficiada por Theodore McCarrick, arzobispo emérito de Washington y amigo de Romero. En la cripta de la catedral, otro grupo de fieles conmemoró al prelado con un acto ecuménico. FOTO EDH / Douglas Urquilla
Miércoles, 24 de Marzo de 2010


La conmemoración de los 30 años del asesinato de monseñor Óscar Arnulfo Romero marcó un hito para la vida política y social del país: por primera ocasión el gobierno salvadoreño, en manos ahora de la izquierda, se unió a los homenajes con diversas actividades en honor al líder religioso.
La decisión del Ejecutivo, sin embargo, no ganó el beneplácito de todos los sectores sociales, como podía haberse pensado, y contrario a eso, recibió varapalos de quienes consideran que el presidente Mauricio Funes habla de Romero como un guía pero actúa de manera diferente a los principios del asesinado sacerdote.
Desde tempranas horas, la fe y devoción de quienes tienen a monseñor como referente espiritual se hizo sentir. En las afueras de la capilla del Hospitalito Divina Providencia –donde el arzobispo cayó abatido por un certero disparo– se escuchaban grabaciones de sus homilías, su rostro se multiplicaba en los afiches y las pancartas comenzaban a tomarse las estrechas calles de la colonia Miralvalle.

"Queremos presidentes del lado de los pobres", rezaba una de las pancartas que expresaba una de las muchas llamadas de atención que recibiría Funes durante el día.
Durante la misa dispuesta por las organizaciones sociales, diversos grupos recordaron las enseñanzas del pastor, entregaron ofrendas en su honor y abogaron por la agilización del proceso de canonización que se desarrolla actualmente en El Vaticano, y que representa la primera escala para una futura beatificación y santificación del desaparecido cura migueleño.

A varios kilómetros de distancia, en el Aeropuerto Internacional El Salvador, el mandatario y un selecto grupo de invitados se aprestaba a develar un mural que desde ayer da la bienvenida a cuanto visitante llegue al país por vía aérea. En el acto, Funes volvió a pedir perdón por el asesinato del prelado, otra acción que fue vista con desacierto entre algunos sectores de izquierda.

Como parte del homenaje, en la Catedral Metropolitana se celebró otra liturgia, esta vez organizada por la jerarquía católica, y en la que se hizo votos porque los esfuerzos que en vida hiciera Romero por "la justicia, la reconciliación y el amor" sigan vivos entre sus seguidores.
Más cerca de Romero, en la cripta de la catedral, otro grupo recordaba a su líder con cantos, testimonios, citas y frases de su apostolado, al tiempo que pedían al presidente que dé verdaderas muestras de identificación con el proyecto de vida del asesinado sacerdote, ya que, a su juicio, no se están dando señales concretas de hacer vida el mensaje de Romero de estar al lado de los pobres.

miércoles, 2 de junio de 2010

La última homilía, su respuesta a militares

» No buscaba provocar insubordinación general

El Diario de Hoy
Domingo, 21 de Marzo de 2010

La última parte de la homilía, casualmente de su última homilía, pronunciada el 23 de marzo de 1980, un día antes de ser asesinado, no constituye un llamado de Monseñor Óscar Romero a la subversión de la Fuerza Armada, sino que dio una respuesta a un grupo de militares que le hizo una petición de no seguir matando a diestro y siniestro a militantes de las organizaciones de izquierda ligadas a la incipiente guerrilla.

Colaboradores de Romero de entonces interpretan aquella homilía, que fue discutida y analizada un día antes tal como lo revelan diversas fuentes, que no buscaba subvertir el orden institucional del Ejército, menos del Estado. Más bien dio respuesta a una problemática particular.
Monseñor Jesús Delgado explicó que 20 días antes de su muerte, el Arzobispo Romero recibió una carta de un grupo de militares, según se plasmaba en la misma eran 250, en la cual le pedían intercediera por ellos ante sus superiores para que no siguieran dando órdenes para cometer más homicidios.

"Nosotros hemos hecho todo lo posible para decirles a nuestros jefes que no nos ordenen matar a nuestros hermanos, porque del otro lado hay hermanos nuestros de sangre, padre, hermanos, familia, y el tener que matarlos es para nosotros doloroso. Monseñor, se lo hemos dicho y no nos hacen caso, por favor intervenga usted", reseñó monseñor Delgado a El Diario de Hoy.
El prelado aseguró que Monseñor Romero pidió una entrevista con el superior castrense, cuya identidad no reveló, y éste fue a verlo.

"Sí, cómo no. Monseñor, con gusto, tiene razón... dénos la lista de esos soldados para poder hacer algo, le dijo el militar... pero él le dijo que no podía darle esa lista. Al final, Monseñor dijo que no le habían hecho caso", relató Delgado.
Fue por eso que en la última homilía dijo: "Les ordeno, no ordenen a su gente a matar a sus propios hermanos y ustedes obedezcan más a la voz de Dios que a la voz de su jefes". Delgado aseguró que Monseñor Romero le estaba hablando a ese grupo de muchachos pero que le interpretaron que era un clamor a la insubordinación.
"Ese es un caso bien peculiar, como tenía un sentido pastoral de las cosas, el que escuchaba creía que él estaba haciendo propaganda política", dijo.

EL ÚLTIMO RUEGO

Esta es la última parte de dicha homilía: "Yo quisiera hacer un llamamiento de manera especial a los hombres del Ejército, y en concreto a las bases de la Guardia Nacional, de la Policía, de los cuarteles. Hermanos, son de nuestro mismo pueblo, matan a sus mismos hermanos campesinos y ante una orden de matar que dé un hombre, debe prevalecer la Ley de Dios que dice: No matar... ningún soldado está obligado a obedecer una orden contra la Ley de Dios... una ley inmoral, nadie tiene que cumplirla... ya es tiempo de que recuperen su conciencia y que obedezcan antes a su conciencia que a la orden del pecado... la Iglesia, defensora de los derechos de Dios, de la Ley de Dios, de la dignidad humana, de la persona, no puede quedarse callada ante tanta abominación. Queremos que el Gobierno tome en serio que de nada sirven las reformas si van teñidas con tanta sangre... en nombre de Dios, pues, y en nombre de este sufrido pueblo cuyos lamentos suben hasta el cielo cada día más tumultuosos, les suplico, les ruego, les ordeno en nombre de Dios: ¡Cese la represión ...!".

Un día después de aquellas palabras, cuando oficiaba una misa en la capilla del hospitalito de la Divina Providencia, situado en la colonia Miramonte, Monseñor Óscar Arnulfo Romero fue asesinado por un francotirador.

Romero: hombre, sacerdote y pastor

Libro revela la profunda fe del Arzobispo asesinado

El Diario de Hoy
Domingo, 21 de Marzo de 2010
SEGUNDA ENTREGA

El proceso de beatificación y canonización de monseñor Óscar Arnulfo Romero tendrá que esperar un ambiente de mayor concordia en el país. La razón: su santificación no debe generar división, sino unidad. Esto es así, como también lo es que el banderazo para continuar con la beatificación depende de la Conferencia Episcopal local, que debe avalar de manera contundente que la sociedad está preparada para elevarlo a los altares.

Este proceso pasa, por una parte, por la decisión de los obispos salvadoreños que tienen que declararlo en una misiva y que será enviada en su momento al Vaticano, pero, por otro lado y mientras tanto, la imagen de Romero no sea utilizada para fines políticos e ideológicos que atrasen aún más la beatificación.
"Con todo respeto, hacemos el pedido y lo seguimos pidiendo que la figura de monseñor Romero no sea una figura manipulada, politizada, instrumentalizada, sino, al contrario, una figura sumamente respetada, precisamente por el proceso que se está llevando a cabo", dijo ayer el Arzobispo de San Salvador, José Luis Escobar.
Según el Arzobispo Metropolitano, "ojalá que cada vez la sociedad salvadoreña se unifique más y vea en la persona de monseñor Romero un santo a quien respetar y venerar".

En este contexto y con motivo del trigésimo aniversario del asesinato del Arzobispo Romero, uno de los estudiosos más avezados, monseñor Jesús Delgado, ha publicado un nuevo libro titulado "Así tenía que morir, Sacerdote", donde se recoge, a partir de las fichas elaboradas en su juventud por Romero, la fineza de espíritu que se fue forjando en torno a su fundamental vocación: ser un sacerdote de Jesucristo.
"Es a la luz de Romero sacerdote, entregado al pueblo de Dios, a su Iglesia, bajo la guía de Jesús Sacramentado, la Virgen María, es como debe entenderse la vida de este arzobispo", sostiene monseñor Delgado.
Incluso, los tres últimos años de la vida de Romero como Arzobispo de San Salvador, que fueron sumamente complejos y polémicos, deben ser evaluados desde la perspectiva de su sacerdocio, plantea monseñor Delgado, quien, además de haber estudiado la vida de Romero, recogido gran parte de sus escritos y ser postulador del proceso de beatificación, también fue secretario y trabajó muy de cerca con el Arzobispo Romero.

A partir de este libro, expondremos unos pincelazos de la vida espiritual de monseñor Romero, así como reevaluaremos algunos hechos que movieron al Arzobispo asesinado a actuar, lejos de las visiones politizadas e ideologizadas entendidas solamente por la clave de la izquierda cuando en realidad se trataba de cuestiones muchos más complejas, vistas por la conciencia profundamente de un religioso, creyente en Cristo.
ROMERO SACERDOTE
"En este pequeño volumen, monseñor Delgado ha sabido plasmar, escrutando el Diario Espiritual de monseñor Romero y de sus notas de estudiante en el Pontificio Colegio Pío Latinoamericano (en Roma, Italia) para ofrecer a la Santísima Trinidad, la existencia terrena de Siervo de Dios con sus luchas en la búsqueda de la santidad, rica en matices sacerdotales que nos descubren la profundidad enorme de su vida, de su interioridad, de su espíritu de unión con Dios, raíz, fuente y cumbre de su existencia", dice en la presentación del libro otro de los postulantes de la causa de Romero, monseñor Rafael Urrutia.
Y es que la vida de un pastor, de un hombre de fe, de un arzobispo como lo fue Romero, no se agota en la dimensión social y política, sobre todo cuando al hablar de un período de la historia reciente de El Salvador, llena de contradicciones y oscuridades propias de la crisis, el conflicto y la radicalidad de izquierda y derecha.

El mismo Delgado, en la dedicatoria del libro, dice: "Las palabras y pensamientos que aquí recogemos de la pluma y de la boca de monseñor Romero nos ayudarán a comprender cómo él vio y vivió su sacerdocio, el sacerdocio que Jesucristo comparte con cada uno de los llamados por Él".
Como todas las personas, sobre todo las que sobresalen, la vocación de Romero se va forjando "en el complejo tejido de su personalidad… tenía una salud enfermiza, afectos sin resolver desde su enfermedad precoz, cierta inseguridad síquica; enormes cualidades, inteligencia analítica; un intenso amor a la Virgen María; una total obediencia al magisterio de los Papas. Ambas, devoción a María y sentir con la Iglesia, unidas a su firmeza en la fe, compensaban la inseguridad que le venía de su afecto febril", plantea apretadamente Delgado.

Como todo joven, arrancado desde muy pequeño de su familia, en su natal Ciudad Barrios, San Miguel, se formó en los seminarios y luego estudió en Roma en la época preconciliar su vida espiritual, abierta a la de sus superiores; siempre bregó entre una fe profunda en Dios, en Jesucristo y la Virgen María y las prácticas piadosas como el Rosario, la visita al Santísimo, la confesión periódica. Incluso, como lo muestran los documentos que recogen su vida interior, aun en el momento de asumir el Arzobispado de San Salvador, las siguió practicando continuamente.

"Como profeta le dan interés político"

El Diario de Hoy
Sábado, 20 de Marzo de 2010

Fue el secretario de Romero en sus tres años de pastoreo de la Arquidiócesis de San Salvador. Treinta años después, Monseñor Jesús Delgado recuerda a su mentor como una persona insegura a raíz de su enfermedad, pero muy fiel a Dios y entregada a su Iglesia.
¿Cuáles son las características Monseñor Romero sacerdote?
Monseñor Romero es esencialmente sacerdote. Le han llamado profeta pero él no es profeta. Eso yo lo niego profundamente. Fungió con el ministerio de profeta, pero no lo fue. Entonces cuando lo presentan como tal ahí le dan un interés político, y es cierto, el profeta como profeta es político. Pero a Monseñor Romero nunca lo vi diciendo homilías en la plaza pública ni en la calle. Incluso cuando fungía como profeta su ministerio más fuerte era en catedral. Yo recorría con él las misas que decía en todas las iglesias, hablaba de otro modo, porque se adaptaba a la gente que estaba ahí.
¿Qué es lo que tendría que resumir las características principales de Monseñor Romero como sacerdote, además del magisterio?
Ante todo tenía un corazón sacerdotal. Difícilmente vería a Monseñor como un abogado o médico. Tuvo razón Monseñor Dueñas cuando lo vio y dijo: "Este ha nacido para sacerdote". Apenas tenía 10 años y le dijo a los papás en Ciudad Barrios: "A éste me lo llevo, éste tiene madera sacerdotal", y dio en el clavo. También era un hombre de una gran fidelidad, inseguro humanamente hablando, ¿tímido? La enfermedad que le agarró a los cuatro años le dejó deteriorado el sistema nervioso y era inseguro en su pensar, en su amar, en todo. Por eso él empezó a afianzarse con piezas de seguridad: el Sagrado Corazón de Jesús, la Virgen María, el Papa Pío XI. Se rodeó de ellos para sentir seguridad.
¿Cómo se explica que el "sentir con la Iglesia" realmente es una constante de Monseñor pero eso le llevó a tomar una misión profética?
El ministerio profético lo tenía que hacer, lo tenía que desarrollar como sacerdote. No puedo dejar de predicar, por ejemplo, la homilía de una misa y estoy haciendo mi ministerio profético ahora. ¿Qué público tengo delante de mí? ¿Cuáles son los problemas de mi parroquia? Eso me motiva a la homilía que yo hago.
¿Cree que descubrir quiénes lo mataron ayudaría a la reconciliación del país?
No. En el fondo, la causa de las desavenencias en este país no es el que mata, son problemas sociales, históricos, heridas del pasado... Aun cuando se llegara a descubrir quién le disparó, no se resuelven las cosas. El problema no es el que le disparó ni el problema de Monseñor Romero.
¿Cree que sería un buen signo que El Diario de Hoy por primera vez escribiera sobre eso?
Sería un gran signo, una gran apertura a algo serio y cultural porque merece la pena abordarlo seriamente este asunto. Creo que abriría el horizonte de todo un sector que leemos El Diario de Hoy; sería una apertura enorme. Por muy poquito que sea, sería un buen signo.

"El mensaje de monseñor no fue clasista ni hiriente"

EDH / ARCHIVO
El Diario de Hoy
Sábado, 20 de Marzo de 2010

Monseñor Rafael Urrutia es uno de los dos impulsores de la causa de beatificación de Monseñor Romero desde El Salvador. El prelado recuerda cómo la base de la formación del Arzobispo fue su incondicional amor a los pobres y su devoción al Sagrado Corazón de Jesús.
¿Cuál es la principal característica de Romero como sacerdote?
Creo que es la vivencia de la caridad pastoral de Jesucristo, es decir, su amor por el pueblo que se le ha encomendado a fin de evangelizarlo. En él hay una preocupación grande de evangelizar al pueblo de Dios para moverlo a la conversión y ese es, a mi juicio, lo que le caracteriza, indudablemente. Esta caridad posterior de Monseñor Romero está nutrida por la vida de oración, por la vida sacramental que él tenía.
En la época de seminarista su compromiso fundamental está con la vida sacramental, no es a través de su vida pastoral. ¿Es así?
Fue formado antes del Concilio Vaticano II, una época en la que fundamentalmente la formación giraba mucho en torno de la vida sacramental que era lo que habitualmente iba a darse a la gente. Más tarde, sin dejar esto que le nutriese, él descubre la dimensión pastoral, más allá de los sacramentos. Por eso le digo yo que la calidad pastoral que el Señor Jesús se manifiesta en él al menos de un modo más concreto en los tres años que fue Arzobispo de San Salvador.
¿Es hiriente el mensaje profético de Romero?
No pienso que el mensaje de Monseñor Romero fuera clasista, sea un mensaje hiriente. Sí tiene denuncias claras a la luz de la Palabra de Dios, inspiradas en la Palabra de Dios. Monseñor Romero no era un teólogo de la liberación; en su biblioteca no existía un libro de la teología de la liberación. Sí existía magisterio de la Iglesia. Él anuncia la conversión. Como los profetas, también denuncia de un modo muy concreto el pecado que se opone al Reino de Dios. Desde luego, algunos lo sintieron hirientes, a lo mejor clasista, pero en el corazón de él nunca existió la intencionalidad de herir a alguien, mucho menos de ser clasista.
¿Por qué la Iglesia después de tantos años, casi 30, poco ha hablado de la devoción sacerdotal de Monseñor Romero?
Si usted lee la homilía del año 2000 de monseñor Fernando Sáenz Lacalle, gira en torno a la vida sacerdotal de Monseñor Romero, es decir, a la que seguramente no se le dio la importancia que se le debió haber dado. Pero ya gira en torno a la vida sacerdotal de Monseñor Romero
Pero, ¿no es por eso que se le reconoce como un salvadoreño símbolo? ¿No es por su vida sacerdotal, sino más bien por su denuncia, por compenetración con la población?
A él se le conoce por ser un Obispo católico que asumió una actitud profética, por su palabra profética que otros la llamarán por su denuncia; pero en cristiano católico se dice por su actitud profética que se le conoce en todo el mundo. Que habitualmente los medios escribirán "que denunció", no van a escribir hizo un anuncio profético, como se debería haber escrito en su lenguaje cristiano, y por eso se le reconoce, por su valentía como la voz de los sin voz.
¿Ha cambiado mucho la Iglesia después de Monseñor Romero?
Sí. Monseñor Romero es único e irrepetible. Monseñor Rivera es el obispo que continuó con el sentir que Monseñor Romero; le insufló su visión personal y fue el confesor de la fe que buscó la reconciliación de este pueblo y que de alguna manera inspiró la paz. Después a Monseñor Sáenz le tocó un periodo de consolidación de la paz que lo fue haciendo también con su estilo personal. Y detrás de ellos está todo el Pueblo de Dios y los sacerdotes como colaboradores de los obispos que llevamos adelante la vida pastoral de la diócesis.

Por politización de la imagen de Romero Se atrasa santificación



El Diario de Hoy
Sábado, 20 de Marzo de 2010

El estudio y análisis de la causa de beatificación y canonización del arzobispo Oscar Arnulfo Romero, asesinado hace 30 años en San Salvador, prácticamente ha finalizado en el Vaticano, pero la Iglesia todavía no se pronuncia, esperando que en El Salvador "haya más calma y paz y que, lejos de fomentar las divisiones, Romero sea signo de unidad".
Luego de 10 años de estudios sobre la doctrina teológica y social de monseñor Romero, ahora falta que tres cardenales de la curia romana analicen el caso para que luego sea pasado al Papa Benedicto XVI; pero este último paso requiere un "nuevo impulso" de una carta, firmada por unanimidad por los miembros de la Conferencia Episcopal salvadoreña.
"Prácticamente está finalizado el proceso en Roma", insistieron los monseñores Jesús Delgado y Rafael Urrutia, los dos postuladores salvadoreños de la causa de Romero, entrevistados por separado por El Diario de Hoy.

"Ya ha habido un análisis de la ortodoxia y ha habido un análisis de la ortopraxis de monseñor Romero, y la Iglesia ha dicho que es obispo católico, su doctrina es ortodoxa y su ortopraxis es católica; la inspiración de la práctica pastoral es el Evangelio, el magisterio, no es una ideología", explica monseñor Urrutia, vicepostulador local de la causa.
Pero monseñor Vincenzo Paglia y el padre Mariano Imperato, postuladores de la causa en Roma, han pedido a la Conferencia Episcopal una carta en la que los obispos salvadoreños soliciten al Papa Benedicto XVI libere el proceso para que siga su rumbo normal. "Este es el paso que estamos esperando", dijo monseñor Urrutia.

 Varias fuentes cercanas a la Conferencia Episcopal, integrada por al menos diez obispos 
salvadoreños, sostienen que ya hay un borrador de la misiva que debe aún ser aprobado por los obispos salvadoreños. "Desde febrero de este año está la carta, y está en manos de monseñor Gregorio Rosa Chávez", confirmaron a El Diario de Hoy al menos dos obispos; sin embargo, no se pudo constatar el texto porque el Obispo Auxiliar está fuera del país.
Tal como lo señala monseñor Richard Antall, se trata de una carta que muestra el apoyo de los obispos salvadoreños a la causa; no es un requisito indispensable, ni mucho menos es suficiente para que continúa el proceso. No obstante, y esto es el fondo del asunto, muestra la disposición de los obispos para que siga y finalice el proceso de beatificación.
Un precedente
Como ejemplo, monseñor Antall hizo referencia a que los obispos italianos en un momento no dijeron nada para la beatificación de Pío IX, pero luego sí lo hicieron y posibilitó que la Iglesia lo declarara beato.
Monseñor Jesús Delgado, uno de los principales estudiosos de monseñor Romero, dice que el proceso "está prácticamente terminado; ahora lo que prevalece es el argumento de conveniencia".
¿A qué se refiere esto? --preguntó El Diario de Hoy a monseñor. Su respuesta fue: "No conviene canonizarlo porque un santo no es para canonizar divisiones sino para que la unión sea. Y por lo que veo en el Vaticano, y por lo que vemos en El Salvador, estamos viendo que estamos muy divididos".
Durante más de 10 años el Vaticano ha estudiado primero la doctrina teológica de Romero, luego la doctrina social y posteriormente sus escritos varios han sido analizados y evaluados por las autoridades en Roma, encontrando que se trata de un pensamiento cristiano, católico, apegado a la ortodoxia de la Iglesia.

Delgado y Urrutia también son claros en señalar que gran parte del proceso en Roma no "avanza" o "está detenido" mientras no exista en El Salvador un ambiente de mayor tranquilidad y tolerancia que permita que la elevación de Romero a los altares, lejos de provocar división y de abrir viejas heridas, provoque unidad y concordia.
Es más, el problema para la Iglesia es la utilización política que se hace de la imagen de monseñor Romero. Los partidarios de la teología de la liberación y los grupos políticos de izquierda latinoamericana, que ya han erigido al obispo asesinado como "San Romero de América", son los que obstaculizan que el proceso de beatificación continúe fluidamente.
El actual Nuncio Apostólico (embajador del Papa), Luigi Pezzuto, ha sido claro al sostener que "debería utilizarse menos la imagen o verla solamente desde el punto de vista religioso". Esto permitiría que el proceso de beatificación "caminara más rápido".
Mientras se siga utilizando políticamente la imagen de Romero, seguiría creando división y resquemor en la población y esto no permitirá que avance el proceso de beatificación.
Lo explicaba muy claro monseñor Antall, recordando que los mártires de la Guerra Civil de España no fueron beatificados hasta en los Años Setenta, más o menos 40 años después de los acontecimientos, cuando la sociedad española no estaba ya polarizada.
Al respecto, monseñor Delgado hace una autocrítica a la Iglesia al señalar que no ha sido lo suficiente eficaz y fuerte para que la izquierda latinoamericana "no nos quite a este santo, a este mártir, a este sacerdote que fue monseñor Romero".
Romero sacerdote

La "fama de martirio" y la devoción popular de la que goza el Siervo de Dios llevó a la Iglesia arquidiocesana a introducir su Causa o proceso de Canonización en 1994, con la esperanza de que la Iglesia declare oficialmente que monseñor Romero es mártir y con ello sea propuesto como modelo de santidad a todos los fieles cristianos y hombres de buena voluntad", dijo el ahora Arzobispo Emérito de San Salvador, Fernando Sáenz Lacalle, durante la homilía que pronunció hace 10 años, con motivo del 20o. aniversario del asesinato de Romero.
Entonces, Sáenz Lacalle expresó "el enorme deseo de que se logre cuanto antes su beatificación", asegurando que la oficina de Postulación (a cargo de los monseñores Delgado y Urrutia) se ha esforzado por presentar ante la Sagrada Congregación para las Causas de los Santos (en Roma) la "posición sobre el martirio que la Arquidiócesis tiene sobre el Siervo de Dios", lo cual ha hecho avanzar el proceso, pero tampoco se pueden ocultar las dificultades de la causa.
El arzobispo se refería, y en esto hace énfasis Sáenz Lacalle, a que "los procesos de beatificación y canonización son muy estrictos, que no están afectados por tendencias o presiones exteriores".
Monseñor Sáenz Lacalle se refería, sin tapujos, a la "manipulación" principalmente de los grupos ideologizados que tratan de convertir a Romero en una bandera de la lucha de los diferentes grupos de izquierda no sólo de El Salvador sino de América Latina.
"Casi todos los escritos que he leído hasta ahora sitúan al obispo que fue voz de los sin voz, en el contexto político de su tiempo, lo que no está mal; sin embargo, subrayan tanto este aspecto que terminan perdiendo de vista la dimensión propia de su personalidad, que fue la sacerdotal", dice el arzobispo Arturo Rivera Damas, ya fallecido, en el prólogo de la biografía de Romero, junto a quien trabajó directamente.
Monseñor Delgado, quien fuera secretario del arzobispo asesinado y uno de los principales estudiosos de Romero, es todavía más drástico y dice: "Ha habido un manipuleo, ha sido manipulado Monseñor Romero, sobre todo después de su muerte. Hay organizaciones no gubernamentales internacionales que se han lucrado, han sacado dinero para su lucro; muchos políticos se amparan en el Obispo, pero no creen en él".

Según Delgado, la vocación de Romero en su juventud se fue formando en el complejo tejido de su personalidad. Como ya lo apuntaba el poeta, tenía una salud enfermiza, afectos sin resolver desde su enfermedad precoz, cierta inseguridad síquica; enormes cualidades, inteligencia analítica; un intenso amor a la Virgen María; una total obediencia al magisterio de los papas. Ambas, devoción a María y "sentir con la Iglesia", unidas a su firmeza en la fe, compensaban la inseguridad que le venía de su afecto febril".
En un último libro sobre Romero, titulado "Así tenía que morir, Sacerdote", monseñor Delgado escudriña a partir de las fichas de estudiante del arzobispo asesinado "la interioridad" espiritual". En esta obra, cuya publicación coincide con los 30 años del asesinato de monseñor Romero, se recoge la espiritualidad preconciliar, donde se pone énfasis en la vida sacramental. La práctica religiosa tenía por centro su amor a Jesús, a la Virgen María y a la Iglesia. Desde muy joven fue gran observante de las prácticas religiosas, que nunca abandonó, incluso en sus últimos tres años de vida, en su práctica como arzobispo donde si bien es cierto jugó un papel importante como profeta, denunciando las injusticias de la época, fue un hombre sinceramente y profundamente religioso, se destaca.
"En él (Romero) hay una preocupación grande de evangelizar al pueblo de Dios para moverlo a la conversión y ese es, a mi juicio -dice monseñor Urrutia-, lo que le caracteriza". "Indudablemente esta caridad está nutrida por la vida de oración, por la vida sacramental que él tenía, por sus devociones privadas al Sagrado Corazón de Jesús, a la Virgen María, por su amor a la Iglesia", agrega.
"No podemos hablar, con una simplificación injusta, de la conversión de monseñor Romero en sus últimos tres años de vida arzobispal. El Siervo de Dios siempre vivió, desde sus primeros años de sacerdocio, su conversión como una experiencia de fe cristiana, con un profundo sentido de abandono en Dios y en la Iglesia de Cristo mediante una vida espiritual madura y profunda, radicada en la caridad pastoral, que es el camino específico de santidad para cualquier sacerdote", sostiene monseñor Sáenz Lacalle, quien también estuvo muy cerca de Romero y quien fuera su sucesor como arzobispo capitalino.

sábado, 22 de mayo de 2010

Monseñor Ricardo Urioste-Presidente de la Fundación Monseñor Romero

Monseñor Ricardo Urioste-Presidente de la Fundación Monseñor Romero

En esta ocasión, Mediolleno les presenta una entrevista con Monseñor Ricardo Urioste. Monseñor Urioste nos cuenta sobre su involucramiento en la Fundación Monseñor Romero, su decisión de dedicarse al sacerdocio, y lo que considera su mayor satisfacción y arrepentimiento. Esperamos que les guste.

Mediolleno: ¿Qué relación tenía usted con Monseñor Romero?
Monseñor Urioste: Durante el tiempo que él fue arzobispo yo fui su vicario general, lo cual quiere decir el segundo después de él. Por supuesto, por razones de trabajo tenía mucho contacto con él. Esos tres años fuimos muy cercanos.
A Monseñor Romero se le acusó de estar ligado con la izquierda insurgente. ¿Qué relación tenía Monseñor Romero con las fuerzas políticas de aquella época, tanto de derecha como de izquierda?
MU: Monseñor Romero era una conciencia en el país; entonces señalaba lo malo que las izquierda hacían y señalaba tambien lo que veía que no estaba correcto de parte del gobierno. Naturalmente, eso indujo a alguna gente a acusarlo de meterse en política, lo cual jamás tuvo intenciones ni de pertenecer, ni de apoyar, ni de contrariar a este partido o al otro partido. El fue totalmente independiente de eso, estaba muy por encima de todo eso. En cuanto a la acusación política quiero decirte que lo mismo ocurre con Jesús. Cuando lo llevan a juico delante de los sacerdotes judíos, las acusaciones son de tipo religioso, cuando lo llevan delante de Pilatos, el gobernador civil de aquel tiempo, las acusaciones son de tipo político. Si lees el capitulo 23 de San Lucas, te vas a encontrar que dicen las acusacion contra él: es que anda subvirtiendo al pueblo, es que anda molestando al pueblo. La misma acusación le hacen a Monseñor Romero. Los profetas tienen un destino muy complicado y muy difícil porque no son entendidos por todos, como Jesús tampoco fue entendido por todos. A tal grado que sin hacer nada malo, lo juzgan, lo condenan y lo crucifican por lo que había hecho y por lo que había dicho.
¿Qué acciones tomó la Iglesia tras el asesinato de Monseñor Romero para que se encontrara al culpable y se hiciera justicia?
MU: Naturalmente a la Iglesia no le tocaba hacer un juico o buscar a los hechores, eso es una función estrictamente de las instancias gubernamentales, lo cual nunca se llevó a cabo debidamente. Al juez que estaba al frente de la causa intentaron matarlo en su casa, hirieron a un sirviente, y él se tuvo que ir del país después de ese atentado. La Iglesia lo único que pedía es que se hiciera justicia y se investigara la causa, pero nunca se llegó a hacer.
¿Cómo surge la idea de comenzar la Fundación Monseñor Romero?
MU: Surgió hace 10 años para perpetuar la memoria de Monseñor Romero, para recordarlo, para que su pensamiento estuviera siempre presente en mucha gente y para que se fuera conociendo poco a poco de parte de todos la verdadera personalidad de Monseñor Romero. Por eso lo recordamos cada año, especialmente para el día de su nacimiento, el 15 de Agosto, y para el aniversario de su muerte el 24 de Marzo.
¿Cómo va el proceso de canonización de Monseñor Romero?
MU: Todos los procesos de canonización son muy lentos. Estaba leyendo en Internet que estaban hablando de unos que van a canonizar del año 1684, entonces digo yo, falta bastante porque Roma es muy cautelosa, muy incisiva en el aspecto de ver toda la actitud de las personas. Pero también sabemos, porque ha sido públicamente declarado de parte de Roma, que se han leído todas sus homilías, se han leído sus diarios, se ha leído todo lo que el escribió y dijo y han contestado que no encuentran ninguna cosa que sea fuera del evangelio y fuera de la fé – que todo esta conforme a la verdad evangélica.

Monseñor Urioste (derecha) recibe del Padre José María Tojeira rector de la UCA, el doctorado honoris causa en teología.
Se escucha que las vísceras de Monseñor Romero fueron encontradas incorruptas. ¿Se ha tomado esto en cuenta en el proceso de canonización?
MU: No lo sé [si se ha tomado en cuenta en el proceso]. Sí es cierto que eso ocurrió. Una vez que Monseñor Romero había ya muerto, algo así como dos años después, las religiosas del hospitalito donde él vivía se les ocurrió hacer un monumento a la Virgen delante del jardincito de su apartamento. Antes de eso, cuando murió Monseñor Romero, yo personalmente les dije a las hermanas del hospital que estuvieran atentas a que sus vísceras, cuando se las sacaran, no las tiraran en cualquier parte sino que las recogieran y las enterraron en una caja con un plástico enfrente de su apartamento. Cuando llego el momento que te acabo de mencionar de ir a hacer el monumento a la Virgen antes de que viniera el Papa en el 83, empezaron los albañiles a excavar y encontraron la caja donde habían puesto sus entrañas y todo lo demás. Encontraron que la sangre estaba nítida y que los órganos no tenían ningún mal olor. Yo no estoy diciendo que eso fue un milagro, es posible que haya sido un fenómeno natural pero de todas maneras sorprendente y extraordinario. Así que el Papa cuando vino en el año 83 se le dio un botecito con la sangre de Monseñor Romero.
¿Cuál es la posición de la Fundación Monseñor Romero frente a la politización que se le da a la figura de Monseñor Romero?
Yo estoy totalmente de acuerdo en que es un error el politizar la figura de Monseñor Romero. Pero una cosa quiero destacar y es que creo que es politizar la figura de Monseñor Romero, denigrarlo, y decir cosas de él que no fueron ciertas como acostumbran hacerlo algunos, eso es politizarlo. También es politizarlo pretender tomarlo como bandera política de cualquier partido. Entonces, la Fundación Romero como toda la iglesia está en contra de una manipulación política de Monseñor Romero.
¿Cree usted que esta “instrumentalización” de la figura de Romero puede afectar el proceso de canonización?
Por supuesto que sí puede afectar. Desde una visión, como te decía hace un momento, o desde la otra visión verdad. Las dos cosas pueden afectar al proceso de canonización.
En su opinión ¿Cuál es el legado más importante que le deja Monseñor Romero al pueblo salvadoreño?
Yo creo que hay diversos legados que Monseñor Romero deja. Lo primero y esencial que nos deja es su gran amor por Dios, manifestado en su vida de oración constante en todo momento y en toda circunstancia. El segundo (legado), es su amor al pueblo, y con eso quiero decir, a todo el pueblo. Pero con una particularidad de amor a los pobres, que son lo más necesitados. Se puede entender bien esto cuando hay una familia que tiene varios hijos y supongamos uno de ellos es paralítico, ¿a quién va a atender más la madre? Al paralítico quien es el que más lo necesita. Además de estas dos cosas diría yo que fue su honestidad, su sinceridad, su afán de justicia y de defender la vida de las personas, esto fue lo que caracterizó el legado de Monseñor Romero.
Usted es un ejemplo de alguien que se ha dedicado por completo a servirle a Dios y a sus compatriotas. ¿Qué lo motivó a dedicarse al sacerdocio?
Yo decidí ser sacerdote cuando tenía 22 años de edad, tomé la decisión de ser sacerdote porque creo que es el llamado al más alto servicio. Tanto en nuestro país como en todas partes, se necesita mucho de sacerdotes. Tú ves figuras aquí que han prevalecido en la opinión pública, está lo de los minusválidos del padre Vito Guarato, toda la obra del padre Mucci y así se destacan tantos otros, menos conocidos, pero que están haciendo trabajos parecidos en sus parroquias. Esto me movió a mí también a pensar en ser sacerdote para el servicio de todas las personas.

Foto tomada de El Diario de Hoy
¿En que proyectos de servicio social se involucra usted?
He sido durante 13 años párroco de la parroquia de Cristo Redentor. Cuando sucedió el terremoto, las casitas que se cayeron en la zona de la Escalón, fueron las casitas de gente muy pobre, no las casas de la gente “bien”. Entonces empezamos a decir que esa gente no era damnificada del terremoto sino que era damnificada de toda la vida. Nacen pobres, viven pobres y mueren pobres y teníamos que ir a verlos. La gente “bien” de la parroquia se organizó para ir a las distintas zonas donde había habido más desastre, a orar con ellos, a ayudarles, a sacar un censo y descubrimos entonces que 126 casitas de adobe se habían caído en toda la parroquia. Empezamos a pedir la ayuda en toda la parroquia y logramos recoger 80, 000 dólares y con eso pudimos construir, de hierro y ladrillo, las 126 casitas de la gente.
Igualmente tenemos en la parroquia consultorios médicos donde la gente paga $3 y recibe consulta del médico y medicinas gratis. Todos los días hay alrededor de 50 – 60 personas pasando consulta.
Tenemos también lo que llamamos la Despensa Familiar, compramos los productos de la canasta básica al mayor y ahí vendemos todos los productos a por lo menos 15 centavos más barato que cualquier súper o tienda. La gente naturalmente va a comprar ahí, se venden unos 1 500 dólares mensuales y con eso se vuelve a comprar.
Tenemos también para ellos una Caja de crédito: le prestamos $100 a una persona para poner una tortillería, venta de tortas o cualquier cosa, nos pagan en 4 meses sin intereses y se les vuelve a prestar de nuevo en las mismas condiciones.
Cuando usted ora, ¿qué le pide a Dios?
Yo no le pido nada a Dios, sólo una vez recuerdo haberle pedido algo de orden material. Esa vez le pedí que porfavor no me fuera a dar Alzheimer’s en mi vida, no por mí sino que por las personas que tendrían que hacerse cargo de mí. Cosas de orden material nunca le pido porque Dios sabe lo que uno necesita. Por lo que hay que orar es por nuestro crecimiento espiritual.
Con tantos años de experiencia, ¿de qué se arrepiente?
De no haber trabajado todo lo que podía haber trabajado. De eso le pido perdon a Dios.
¿Cuál ha sido su mayor satisfacción?
Que traté de hacer lo que Dios me inspiraba. Yo fui párroco de la parroquia San Francisco del año 57 al año 78. Yo veía que sólo mujeres llegaban a la Iglesia. Yo me dije ¿Cómo hacemos para llamar a los hombres? Entonces se me ocurrió el movimiento familiar cristiano que eran reuniones de matrimonios en sus casas comentando la palabra de Dios, pensando en los elementos necesarios para una vida conyugal pacífica y armoniosa, y pensando en la educación de los hijos y en su incersión en la comunidad. Eso fue en un determinado período. En otro período, empezamos a dar unos cursillos en el campo. Nos íbamos todos los días de Lunes a Viernes a las 7 de la mañana, a un pueblo y ahí nos reunía el párroco y las hermanas a 40-50 campesinos. Pasabamos con ellos todo el día dando cursos bíblicos, alentándolos en su vida, y de esto tengo un grato recuerdo.
¿Que le recomendaría a los jóvenes para mantener una vida fuera de vicios y cerca de Dios?
Yo creo que lo fundamental es conocer la persona de Jesucristo y el plan de vida que nos ha entregado. Deben recordar que lo bueno siempre cuesta y lo malo es muy fácil pero te destruye y acaba contigo, y lo bueno aunque es difícil es lo que te hace mejor.