miércoles, 2 de junio de 2010

"Como profeta le dan interés político"

El Diario de Hoy
Sábado, 20 de Marzo de 2010

Fue el secretario de Romero en sus tres años de pastoreo de la Arquidiócesis de San Salvador. Treinta años después, Monseñor Jesús Delgado recuerda a su mentor como una persona insegura a raíz de su enfermedad, pero muy fiel a Dios y entregada a su Iglesia.
¿Cuáles son las características Monseñor Romero sacerdote?
Monseñor Romero es esencialmente sacerdote. Le han llamado profeta pero él no es profeta. Eso yo lo niego profundamente. Fungió con el ministerio de profeta, pero no lo fue. Entonces cuando lo presentan como tal ahí le dan un interés político, y es cierto, el profeta como profeta es político. Pero a Monseñor Romero nunca lo vi diciendo homilías en la plaza pública ni en la calle. Incluso cuando fungía como profeta su ministerio más fuerte era en catedral. Yo recorría con él las misas que decía en todas las iglesias, hablaba de otro modo, porque se adaptaba a la gente que estaba ahí.
¿Qué es lo que tendría que resumir las características principales de Monseñor Romero como sacerdote, además del magisterio?
Ante todo tenía un corazón sacerdotal. Difícilmente vería a Monseñor como un abogado o médico. Tuvo razón Monseñor Dueñas cuando lo vio y dijo: "Este ha nacido para sacerdote". Apenas tenía 10 años y le dijo a los papás en Ciudad Barrios: "A éste me lo llevo, éste tiene madera sacerdotal", y dio en el clavo. También era un hombre de una gran fidelidad, inseguro humanamente hablando, ¿tímido? La enfermedad que le agarró a los cuatro años le dejó deteriorado el sistema nervioso y era inseguro en su pensar, en su amar, en todo. Por eso él empezó a afianzarse con piezas de seguridad: el Sagrado Corazón de Jesús, la Virgen María, el Papa Pío XI. Se rodeó de ellos para sentir seguridad.
¿Cómo se explica que el "sentir con la Iglesia" realmente es una constante de Monseñor pero eso le llevó a tomar una misión profética?
El ministerio profético lo tenía que hacer, lo tenía que desarrollar como sacerdote. No puedo dejar de predicar, por ejemplo, la homilía de una misa y estoy haciendo mi ministerio profético ahora. ¿Qué público tengo delante de mí? ¿Cuáles son los problemas de mi parroquia? Eso me motiva a la homilía que yo hago.
¿Cree que descubrir quiénes lo mataron ayudaría a la reconciliación del país?
No. En el fondo, la causa de las desavenencias en este país no es el que mata, son problemas sociales, históricos, heridas del pasado... Aun cuando se llegara a descubrir quién le disparó, no se resuelven las cosas. El problema no es el que le disparó ni el problema de Monseñor Romero.
¿Cree que sería un buen signo que El Diario de Hoy por primera vez escribiera sobre eso?
Sería un gran signo, una gran apertura a algo serio y cultural porque merece la pena abordarlo seriamente este asunto. Creo que abriría el horizonte de todo un sector que leemos El Diario de Hoy; sería una apertura enorme. Por muy poquito que sea, sería un buen signo.

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