martes, 22 de marzo de 2011

La casucha del arzobispo

lunes 10 de enero de 2011/MR
El arzobispo de San Salvador no vivía rodeado de mármol ni de sedas ni de oro o plata. La casa en la que Monseñor Romero pasó sus últimos años, la ubicada en los terrenos circundantes del Hospital Divina Providencia, eran apenas tres cuartuchos sin estridencias, de paredes repelladas y baldosas humildes, sin cuadros ostentosos ni esculturas refinadas, clósets en vez de armarios, ducha en lugar de tina. El mobiliario de la habitación en la que dormía y trabajaba era parco: un colchón sobre cuatro patas, un viejo escritorio metálico sobre el que descansaba su máquina de escribir, un gavetero, una grabadora y una fea mecedora hecha con tubos. Lo más parecido al lujo que había en ese hogar era una hamaca, que a Monseñor Romero le gustaba colgar de esquina a esquina del cuartucho de la entrada.

Pero antes las comodidades aún eran menos.

La casa en la vivía, su casa, comenzó a serlo el 15 de agosto de 1977. Hasta ese día, el arzobispo de San Salvador llevaba varios meses viviendo en el Hospitalito, en un cuarto liliputiense ubicado junto a la sacristía que en principio estaba destinado para el inexistente capellán. Ahí se amontonaban un camastro estrecho, una mesita de noche, dos sillas y un arzobispo.

—Entre todas decidimos hacerle la casa porque, cuando recibía visitas, lo hallaban en ese cuarto. Pero lo hicimos sin decirle nada. Fue una sorpresa.

Aquel 15 de agosto, lunes, Monseñor Romero cumplía 60 años. Salió temprano para oficiar misa en Catedral metropolitana, y la tarde la pasó en el arzobispado. Al atardecer regresó al Hospitalito, donde las hermanas y un grupo de enfermos lo esperaban junto a la que sería su nueva casa. Madre Lucita, la superiora, le entregó las llaves con una sonrisa en los labios.

—Alguna vez nos dijo que el Hospitalito era su Betania –recuerda madre Lucita.

Betania es la aldea cercana a Jerusalén en el que, según la Biblia, vivían Lázaro, Marta y María, tres hospitalarios amigos de Jesucristo.

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Fotografía: Roberto Valencia

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(Este relato es la primera versión de una de las escenas que se incluirán en un libro sobre Monseñor Romero que está previsto que sea publicado para marzo de 2011)

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