sábado, 22 de mayo de 2010

Rumba para el santo

Rumba para el santo

Con mucho fervor, los seguidores de Monseñor Romero acudieron a la vigilia en las afueras de Catedral Metropolitana. Foto Diario Co Latino/Josué Parada

Beatriz Menjívar
Redacción Diario Co Latino

El atrio de catedral se convirtió nuevamente en escenario para el canto social. Grupos que un día desfilaron en ese mismo lugar para denunciar los atropellos de la guerra, se reunieron para brindarle un tributo a “San Romero de América”.

La vigilia, para recordar el 30° Aniversario de su “martirio” y esperar la madrugada para celebrar simbólicamente la “resurrección” del santo de los pobres, se convirtió en una fiesta musical.

En ella participaron grupos históricos como Yolocamba Ita, Cutumay Camones y Los Norteñitos. Y otros más recientes pero igualmente queridos: Sal y Vida, Sierra Madre y Xolotl.

El cansancio por la peregrinación y el desvelo, no fueron obstáculo para que los salvadoreños venidos de todo el país disfrutaran y bailaran al ritmo de canciones que reflejan la vida y obra del mártir.

“Podrán matar al profeta pero su voz de justicia no, y le impondrán el silencio pero la historia no callará”, coreaban centenares de personas en las afueras de catedral, cuando el reloj anunciaba que el sábado llegaba a su final e iniciaba el domingo.

“El Profeta”, compuesta por Jorge Palencia, horas después de conocer del asesinato de Romero, fue acompañada por voces incontenibles que vivieron cada interpretación de los Yolocamba.

Franklin Quezada, vocalista del grupo, contuvo por un momento la euforia de los asistentes para compartir anécdotas, “en marzo de 1979, jóvenes del Bloque Popular Revolucionario tomábamos esta catedral en solidaridad con los compañeros del sindicato de Industrias La Constancia”, contó.

“Yo era parte del grupo de catorce, duramos diez días asediados por la policía de hacienda y la guardia nacional. Una noche particularmente difícil, desde una puerta cerca del altar salió Monseñor Romero para preguntarnos cómo estábamos, si habíamos comido, si no había disparos, preguntó muchas cosas…”, recordó Quezada.

“Al día siguiente regresó y nos trajo pollito, porque la noche anterior sólo habíamos compartido frijoles. De Monseñor podemos hablar muchísimo”, detalló el vocalista del grupo.
La vigilia, en honor al santo que no necesita regulación papal para ser reconocido así por los humildes, mueve masas.

Se ha convertido en una tradición, que sutilmente se ha burlado de los años y sus obstáculos, evitando que la memoria sea ahogada por intereses políticos.

La labor de Romero fue recordada por los acordes de diversos grupos, unos con más trayectoria que otros. “Los Norteñitos”, reunidos para la ocasión, interpretaron las legendarias canciones que los convirtieron en perseguidos políticos.

Sus canciones evocaron memorias entre los salvadoreños que vivieron el fragor del conflicto armado. Igual que las interpretadas por “Lolo”, “Chinto” y “José”, los que quedan de “Cutumay Camones”.

También las interpretaciones de Xolotl, Sal y Vida y Sierra Madre fueron esperadas. Fueron los designados para imponer su ritmo en la madrugada y evitar que el sueño y el cansancio pusiera a dormir a los presentes.

Pero el tiempo, imparable, anunció un nuevo día en menos de los que canta un gallo. Bajo el resplandor del sol los gritos “está entre nosotros”, “viva Monseñor Romero” los participantes se marcharon con la fe de que el asesinado hace 30 años, por la bala de un francotirador, esta presente en su pueblo.

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